Domingo Faustino Sarmiento,
un sociólogo romántico

Paul Kidhardt, PhD

América y la realidad americana constituyen la temática de toda una trayectoria en la historia del pensamiento hispanoamericano. Basta leer el admirable libro del Leopaldo Zea, El pensamiento latinoamericano, o las fundamentales obras de Pedro Henríquez Ureña, Las corrientes literarias en la américa hispánica e Historia de la cultura en la américa hispánica, para constatar la presencia de una honda preocupación en las mejores cabezas pensantes de América por penetrar en la esencia de la americanidad. Se podría escribir una historia del pensamiento hispanoamericano, sobre todo a partir de la época romántica, teniendo como núcleo la búsqueda de la americanidad, que es tanto como decir, la lucha por encontrar la más profunda y oculta identidad del hombre americano: como vive, siente y expresa la vida. Hago hincapié en vocablo expresa, porque la vida humana en términos de cultura es siempre expresión. El hombre es un ser capaz de expresión y de expresión simbólica. Emst Cassirer, el gran filósofo culturalista alemán, en un libro magistral, estudió la actividad simbólica como esencial manifestación de la persona humana. El hombre hace símbolos y vive desde símbolos. En esa larga y continuada tradición, verdadera constante en el pensamiento americano, es posible situar el libro La expresión americana de José Lezama Lima.

La expresión americana, tal vez una de las más brillantes y originales interpretaciones de América, es un libro en que se recogen cinco conferencias que dictara el escritor cubano José Lezama Lima (1910-1976) en el centro de altos estudios del Instituto Nacional de Cultura de La Habana en enero de 1957. Durante los tiempos del gobierno del general Batista ocupaba la dirección del Instituto el distinguido intelectual cubano Guillermo D. Zendegui. El título de las conferencias, hoy capítulos del libro, es revelador: “mitos y cansancio clásico”, “la curiosidad barroca”, “el romanticismo y el hecho americano”, “nacimiento de la expresión criolla” y “sumas críticas del americano”.

Como puede apreciarse, los tópicos tratados por el autor caen dentro del canon establecido por los intérpretes e historiadores de la cultura americana; no obstante, la familiaridad que puede ofrecer la nomenclatura, el lector, desde las primeras páginas, puede advertir que tiene ante sí todo un reto intelectual: el apasionante desafío de lo nuevo. Lo nuevo, cuando no es simple novelería, ni siquiera se ancla en la zona de lo novedoso, cobra caracteres que pueden llegar a lo abismal, infundir el terror visceral de la tierra incógnita, el trauma estremecedor de que se abra la tierra a nuestros pies sin tener todavía un lugar firme donde hincar nuestros talones.

Y es que el fundador y animador de Orígenes, la gran revista literaria cubana, fiel a su pasión por la originalidad esencial, una ventura en busca de los orígenes, todo un ejercicio de ascética dialéctica dentro del mar inmenso de su erudición, nos ofrece una muy audaz interpretación de la realidad americana capaz de sumergirnos en una a manera de rapto poético en la mejor tradición, aun etimológica del vocablo poesía que es tanto como decir creación. Si buscamos las claves estilísticas de la interpretación de Lezama Lima es posible advertir que su meditación americana nos conduce a través de la selva barroqueña de su portentosa erudición a una destrucción de la realidad tal como nos la ofrecen los ojos engañados por lo aparencial y por los estratos acumulados por las sucesivas interpretaciones que podríamos llamar tradicionales. Y la destrucción lezamesca se resuelve en un acto de creación: es una inmensa metáfora. Las claves estilísticas de la obra – eras imaginarias, la memoria, los enlaces, el espacio contrapuntado – y su presencia en la tradicional periodización cronológica de la historia americana, nos llevan a comprender lo más arcano de la vida americana no a través del proceso dialéctico hegeliano, ideas, – todo lo racional es real, todo lo real es racional -, sino por los caminos de la creación poética: por la imagen. Frente al concepto hegeliano la plasticidad y el color de la imagen.

Para Lezama Lima la mejor expresión del genio americano se encuentra en el barroco. No hay duda que la complejidad y el dinamismo de lo americano encuentra su mejor forma de expresión en este movimiento cultural. El barroco es una técnica que refleja una muy determinada actitud ante la vida. El ambiente físico, la flora y la fauna americanas, la extensión del territorio, los grandes contrastes, selvas, llanos, pampas, grandes ríos, montañas, unidos a la soledad, al contraste y mezclas raciales y al desmesuramiento que es nota esencial del barroco, hacen que este movimiento cultural encontrase en la realidad americana el más apropiado ámbito. Sombras y luces, sensualidad y arranques ascéticos, gozo del aquí y del ahora junto a las ansias de eternidad, la carne que tienta y la muerte que llama, la conciencia del pecado, el sentimiento de la fugacidad de la vida, el engaño de la realidad y el sentimiento del desengaño, la afición por la plasticidad, la inclinación a lo desmesurado y desdén por la clásica contención condicionan las estructuras prima y última de la vida americana.

El tratamiento del romanticismo y sus relaciones con el hecho americano culmina las ideas de Lezama sobre el barroco. Es indubitable que un hilo muy oculto une a los dos movimientos culturales. Barroco y romanticismo son astillas del mismo palo. Ambos responden al ritmo y sentido dionisíaco de la vida frente a la contención caracterizadora del sentido apolíneo de la vida que se refleja en las creaciones y canon de la clasicidad.

El capítulo sobre el nacimiento de la expresión criolla y su culminación – para los pensadores cubanos el mayor de todos José Martí – es toda una dinámica sucesión de imágenes surgidas de la caudalosa crítica intertextual que hace el escritor. El libro todo es una invención poética de América y de lo americano. Lezama Lima, que como Juan Ramón Jiménez vivió desde y por la poesía, logra en su creador ensayo no una reconstrucción artística de la historia sino lo que es más aun la creación poética de lo americano. América pasa de objeto de meditación a realidad poética en sí misma: América es una imagen tejida con los hilos más variados y complejos, tan varios e intrincados como sus componentes, pero cristalizados por imaginación, por el supremo acto poético: la creación y expresión de una realidad estética mediante la imagen poética.